domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo cinco.


Paso a la siguente página con curiosidad. ¿Que me encontraré? Otro más. En una pequeña bolsita situada en medio de la página admiro una hoja seca de abedul. Recuerdo aún ese día de primavera. El primero. A continuación hay escrito un pequeño resumen de ese grandioso momento. Decía así:

-Jannet, date prisa o llegaremos tarde- Me gritó Paulette desde el tiro de la escalera.

Me asomé desde arriba, se la veía esa carita que tiene ella con una sonrisa de oreja a oreja, como siempre, como es ella. Me apoyé en la barandilla y la dije:

-¡Ya voy!

Según bajaba ,con mi mochila puesta, me dí cuenta de que algo se me olvidaba.

-¡Mi sombrero bonito!-Murmuré.

Volví a la habitación y me lo coloqué en la cabeza.

-Ya estoy lista. ¡Ya nos podemos ir!

Bajamos al garaje y cogí mi vieja bicicleta amarilla. Pedaleamos hasta donde habíamos quedado con Julie y nos dirigimos a ese lugar al que ibamos todos lo años el primer día de primavera. Un lugar hecho solo para nosotras tres.

-Julie, habrás traido esos pastelistos tan ricos rellenos de crema que hace tu tía Emma, ¿verdad?

-¿A caso dudabas de mi? -Dijó levantanto la deja derecha con un tono sarcástico.

Las tres nos empezamos a reir, como siempre que estamos juntas. Paulette sacó de su mochila su mantel de cuadros rojos y blancos y empezamos a merendar. Cuando nos quedamos bien servidas nos tomamos un té de vainilla que traía yo preparado en el termo. Un poco dulce para mi gusto. Terminamos de merendar, recogímos todo, sacudímos el mantel dejando que las migas fuesen comidas por los pájaros y nos escondimos detrás de un árbol enorme para ponernos nuestros bañadores .Sin que me diese tiempo a terminar de ponerme la parte de arriba Julie gritó:

-¡Quien llegúe última al lago tráe el próximo día los pastelitos!

Salimos las tres corriendo. Llegamos a la orilla y notaba como el agua fría fluía por mis pies. Nos tiramos como trochones en el agua. Chapoteamos hasta que nos costaba flotar de lo cansadas que estabamos. Salimos del agua y nos fuimos a la cabaña a secarnos y a ver el bonito atardecer.

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