miércoles, 19 de mayo de 2010

Capítulo cuatro.


Era tarde. Estaba sentada en la cama de habitación de invitados ( a la cual solo voy cuando no me siento bien). Un olor. Una suave brisa a vainilla entraba por mi nariz. Mi madre siempre solía poner una barrita de incienso en la entrada de casa para que se disimulase el olor a tabaco que dejaba papa por las tardes cuando se fumaba más de medio paquete de Marlboro. Les añoro. Rapidamente noté como una lagrima fría se derramaba por mi suve cara. Me dejé caer sobre las sabanas blancas haciendo rebotar mi cuerpo. Desde ahí divisé mi cuaderno. Ese que me gustaba tanto. Ese que me regaló mama cuando cumplí 5 años. Lo llevaba buscando un montón de tiempo. Con la mudanza a casa de tía Carla se me debió de estraviar. Me levanté lo más rápido que pudé para cogerlo y me volví a sentar en la cama. Estaba cansada, cogí la mullida almohada de Julie, que se la dejó el último día que se quedó a dormir, y la apoyé en el cabecero de madera. Deslicé mi espalda hasta el cabecero moviendola de arriba a abajo queriendo encontrar la postura más cómoda hasta que la encontré y me acomodé. Abrí el cuaderno. Primera página. Solo de verla me emocioné. Tenía pegada la entrada del concierto de Red Hot Chilli Peppers al que fuí con mi madre. Recuerdos y más recuerdos. Nos lo pasamos genial ese día .Brincamos hasta que yo armé el espectáculo porque me caí y no me podía levantar de la risa que me entró. Qué día. Y como ese muchos más, qué bien me lo pasaba con mi madre...

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