lunes, 26 de abril de 2010

Capítulo uno.


Me pasaría el día entero tumbada en la verda y húmeda hierba mirando al cielo...
Me llamo Jannet Grey, soy una jóven de 18 años y vivo con mi tía Carla en un pequeño pueblo de Inglaterra. Antes vivía en un orfanato cerca de

Francia, hasta que encontrarón al único familiar que tenía. Mis padres murieron trás su viaje a las Islas Griegas, se hundió el barco en el que iban. Esto pasó cuando yo tan solo tenía cinco años, no me enteraba muy bien de lo que pasaba. Los esperaba ansiosa en el regazo del viejo sofá de mi casa, pero nunca más volvieron a llamar a la puerta. Pasé unos años sin hablar, no me salían las palabras, pero poco a poco según iba creciendo, iba madurando y me iba dando cuenta de que las cosas pasan porque tienen que pasar, el destnino actúa siempre por alguna razón, y cada vez me hacía más y más fuerte.

Ahora tengo una vida feliz y tranquila, aunque hay veces que no pasa desapercibida. Hay dos chicas de este pequeño pueblo en las que verdaderamente he encontrado la amistad; Julie y mi adorable Paulette. Cuando estoy triste, Paulette viene a visitarme y siempre consigue sacarme esa sonrisa ,que aunque no lo parezca, hay dentro de mí. Nada más abrir la puerta y verla, todo adopta otro color, otra forma e incluso otro sentido. En cuanto llega y me ve, da cuatro graciosas zancadas hacia mí y me da un beso sabor a clorofila, mí favorito. En todas sus visitas siempre me obsequia con una flor indiferente, desigual. Ya me he acostumbrado, y ahora lo que hago es que las enmarco y detrás en una hojita aromatiza pongo la fecha en las que me las regaló y el motivo del paso por casa de tía Carla. La última vez que vino a verme fue porque aún me acordaba de él. Me regaló una lila muy bonita. A Holly la gustó mucho ya que cuando se la enseñe me contesto con un lametazo en mi rosado moflete derecho.

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